El referí demsiado justo


El colorado De Felipe era referí. Contra la opinión general que lo acreditó como un bombero de cartel, quienes lo conocieron bien juran que nunca hubo un árbitro más justo. Tal vez era demasiado justo.

De Felipe no sólo evaluaba las jugadas para ver si sancionaba alguna infracción: sopesaba también las condiciones morales de los jugadores involucrados, sus historias personales, sus merecimientos deportivos y espirituales. Recién entonces decidía. Y siempre procuraba favorecer a los buenos y castigar a los canallas.

Jamás iba a cobrarle un penal a un defensor decente y honrado, ni aunque el hombre tomara la pelota con las dos manos. En cambio, los jugadores pérfidos, holgazanes o alcahuetes eran penados a cada intervención. Creía que su silbato no estaba al servicio del reglamento, sino para hacer cumplir los propósitos nobles del universo. Aspiraba a un mundo mejor, donde los pibes melancólicos y soñadores salen campeones y los cancheros y compadrones se van al descenso.

Parece increíble. Sin embargo, todos hemos conocido árbitros de locura inversa, amigos o lacayos de los sobradores, por temor a ser sus víctimas. Inflexibles con los débiles y condescendientes con los matones. Una tarde casi lo matan en Ciudadela. Los Hombres Sensibles de Flores lamentaron no haber estado allí, para hacerse dar una piña en su homenaje.

La Huelga


La columna de jugadores huelguistas marchaba por Diagonal Norte hacia la Casa de Gobierno. Los esperaba el general José Félix Uriburu, que seis meses antes había derrocado al presidente constitucional. Hipólito Yrigoyen fue confinado a la isla Martín García. Uriburu decretó estado de sitio, ley marcial, intervención de provincias y universidades y disolución del Congreso. Las cárceles se poblaron de presos políticos. Severino Di Giovanni es fusilado el 1° de febrero en la penitenciaría de la calle Las Heras. "Venda no", dice el anarquista italiano. "Las balas han escrito la última palabra en el cuerpo del reo. El rostro permanece sereno", dice una célebre crónica de Roberto Arlt. El 5 de abril Uriburu anula las elecciones a gobernador en la provincia de Buenos Aires, que habían dado ganadores a los radicales sobre los conservadores. Una semana después, recibe a los jugadores huelguistas que caminaban hacia la Casa Rosada.

Es el 12 de abril de 1931. Ayer se cumplieron 80 años.

El 1° de marzo de 1931 el capitán de Gimnasia y Esgrima La Plata, campeón dos años atrás, Héctor Arispe, murió insolado en pleno partido contra Sportivo Barracas. El 22 de marzo Boca goleó 4-1 a Atlanta y se coronó campeón por sexta vez. "Detrás de la pasión por el juego, los futbolistas padecían una relación casi esclavizante", escribió Carlos Pandolfi, de Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA), en un libro reciente que publicó con el periodista Raúl Rivello sobre el sindicato de los jugadores y sus conquistas gremiales ( La lucha continúa , Ediciones Al Arco, 2010). La Asociación Mutualista de Jugadores declaró la primera huelga en la historia del fútbol argentino, incluyó en la medida al partido de la selección en Paraguay y marchó para reunirse con Uriburu. Irónico, el diario socialista La Vanguardia editorializó: "El lunes los jugadores tomaron tres importantes resoluciones: declararse en huelga, no ir al Paraguay e ir en cambio a la Casa Rosada y cantarle el himno al Provisorio (por Uriburu). Nos imaginamos al General rodeado de los improvisados coristas repitiéndole a voz en cuello el consagrado ¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad...! Menos mal que los muchachos sólo le pedían en realidad sus pases libres". Uriburu recibió el petitorio de los huelguistas. Los jugadores cantaron el himno y se fueron. El militar golpista derivó el tema al intendente de la ciudad de Buenos Aires, José Guerrico.

Los jugadores exigían el fin de la cláusula "candado", que obligaba a un jugador a quedar dos años parado si quería ir a otro club por decisión propia. Eran tiempos del falso amateurismo. El diario Crítica alertaba ya en 1925 sobre los "mercachifles" que reclutaban "pequeños cracks para llevarlos a los equipos porteños". Se pagaban pases y salarios. Pero en negro. La situación tenía divididos a los clubes. Los más poderosos, con el aval de Guerrico, aceptaron blanquear los pagos y formaron, con algunas excepciones, la Liga Argentina de Football (LAF). El resto se mantuvo en la Asociación Amateur Argentina de Football (AAAF), bajo el paraguas de la FIFA. La AAAF sí aceptó liberar los pases. No sirvió de nada. Los mejores jugadores eligieron la LAF. Allí fueron dueños de sus pases por apenas unos meses, pero tenían mejores salarios y primas. Pancho Varallo fue a Boca, que le pagaba diez veces más que Gimnasia. Y River le pagó 10.000 pesos al propio Carlos Peucelle, que, sólo porque él quiso, y porque era un caballero, pues los reglamentos ya no lo obligaban, cedió 3000 pesos a Tigre, su ex club. Los sueldos de los mejores cracks subieron a 300 dólares mensuales. Boca era el club con mayor presupuesto (803.808 pesos), pero River pagó en 1932 la cifra récord de 33.000 pesos por Bernabé Ferreyra. Nacían los "Millonarios". Había nacido el profesionalismo.

"¡A mí llamar Maestro!", exigió a Bernabé Emérico Hirschl, el DT húngaro contratado por River. "Al único maestro que conozco es al de la panadería, al de la pala", le contestó "El Mortero de Rufino". El profesionalismo, temían muchos, envenenaría al fútbol. El primer clásico Boca-River de la era profesional ni siquiera pudo terminar por incidentes, que comenzaron dentro del campo y siguieron fuera de la cancha. Pero en la segunda fecha de ese primer campeonato profesional de 1931, el capitán de Racing, Natalio Perinetti, expulsó de la cancha a su compañero de equipo Pedro Pompey. Y unas fechas después el defensor de Platense Juan Tellería indicó al árbitro que la red estaba agujereada y que el remate de Marcos Díaz, de Chacarita, había sido gol. "Lo que queríamos era la libertad, como seres humanos", confesó Hugo Setti, de Huracán, uno de los líderes de la huelga. El profesionalismo, aunque los beneficiara, no era un reclamo de los jugadores, que ni siquiera lo debatieron en sus asambleas, dice el investigador Julio Frydenberg. La decisión partió del poder político y de la patronal. El fútbol debía ingresar en los nuevos tiempos del espectáculo organizado. "Se busca al hombre cotizado, tratando de constituir un plantel de estrellas antes que un equipo homogéneo", se quejaba El Gráfico en 1931. Algunos medios moralizaban diciendo que el jugador no debía ser una mercancía. Pero luego titulaban en tapa: "¡Bernabé a River!". Desde 1931, buena parte de la prensa borró de un plumazo casi cuatro décadas previas de historia amateur del fútbol argentino.

En plena huelga, los jugadores rechazaron una tentadora propuesta de un empresario teatral que fundó la Corporación Argentina de Jugadores de Football y mezclaba "empresa, club y equipo". La huelga de los futbolistas no fue la única de 1931. Hubo 37 más, muchas menos que las 111 de 1930 o las 93 de 1932. Ese año, después de elecciones con el radicalismo proscripto y denuncias de fraude, asume la presidencia el general e ingeniero Agustín Justo. El militar fue asiduo concurrente a las canchas. Dio puntapiés iniciales, repartió medallas, regaló copas con su nombre y favoreció a deportistas y clubes amigos. La revista Caras y Caretas lo caricaturizó en tapa vestido de arquero inútil, al que se le escapaban todas las pelotas. Su yerno, Eduardo Sánchez Terrero, fue designado presidente de la nueva Asociación de Fútbol Argentino (AFA) en 1937. Decretos de Justo ayudaron a Boca y River a construir sus estadios. Ambos clubes lo designaron socio honorario. "Pero él, en el fondo, no simpatizaba con Boca ni con River. Le interesaba el fútbol para darle un uso político", dijo Rosendo Fraga, su biógrafo, citado en el libro La patria deportista , de Ariel Scher. Era la Década Infame. Años del Pacto Roca-Runciman. Y del asesinato en el Senado de la Nación del legislador Enzo Bordabehere, quien recibió la bala disparada al denunciante del pacto, Lisandro de la Torre.

El pase libre, un tema que aún hoy está en pleno debate y tiene cada vez más "mercachifles" en escena, se logró finalmente en 1948. Los clubes podían prorrogar contrato al jugador por cinco años, con igual sueldo, prima y premio. Hasta que en 1946 el arquero peruano José Soriano, recientemente fallecido, quiso irse a Atlanta y River no le dio el pase. "¡Soriano, Soriano!", lo vivaban en las canchas. La huelga estalló el 1° de noviembre de 1948. A Nereo Pegadizábal, asesor letrado de Futbolistas Agremiados, primero quisieron sobornarlo, después lo acusaron de "comunista" y luego le dijeron que si cruzaba el puente Avellaneda sería "boleta". El relato de Nereo Pegadizábal (h.) está en el libro La lucha continúa .

Mejor sí hablar de ciertas cosas


El 24 de marzo de 1976 la Junta Militar integrada por Videla, Massera y Agosti tomó el poder dando comienzo a la peor dictadura de la historia argentina.

Los argentinos no la olvidaremos jamás. Los sanlorencistas, menos todavía.

Con el paso de los meses, luego del golpe de estado, comenzaron a tomar relieve algunos personajes del gobierno de facto que más tarde pasarían a integrar la lista de apellidos malditos para cualquier hincha de San Lorenzo. El Brigadier Cacciatore, por ejemplo.

La Junta lo designó intendente de Buenos Aires. El militar con veleidades de urbanista rápidamente mostró su voluntad de cambiar muchas cosas en la ciudad, siempre bajo el signo del autoritarismo. Lamentablemente, el Gasómetro de Boedo no pasó desapercibido ante sus ojos. Un estadio de fútbol popular, ubicado en el corazón de la ciudad, "antiguo", debe haber sido demasiado para las concepciones autoritarias, netamente funcionalistas de Cacciatore.

A él no le iban a venir a hablar de identidad, de historia del pueblo, de barrio, de carnavales. Comenzó el ataque.

En primer lugar, se decretó la apertura de las calles Muñiz y Salcedo, lo que implicaba seccionar el estadio en 4 partes. Para incrementar la presión, el 22 de agosto de 1979 la Ordenanza 35.160 decretó la pérdida de los terrenos en el Bajo Flores otorgados por el convenio de 1965. Cacciatore quería dejar en claro hasta dónde estaba dispuesto a llegar.

En diciembre de 1979 la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires (MCBA) amenazó con clausurar el Gasómetro y exigió reformas de imposible concreción. Finalmente, San Lorenzo comenzó a capitular.

La rendición quedó reflejada en la Ordenanza 35.637 del 24 de marzo de 1980, que clasifica al predio dentro del distrito de zonificación E3, supuestamente para desarrollar un "complejo urbanístico con locales comerciales".

Tan sólo 7 meses después de quitárselos, la MCBA le devolvió los terrenos del Bajo Flores a San Lorenzo. Pero le quitó 4500 m2 para la construcción de una escuela que satisficiera las necesidades educativas de los habitantes del "complejo urbanístico", que el club se obligó a ceder en forma gratuita.

El 15 de febrero de 1983 la Ordenanza 38.696 derogó la apertura de las calles Muñiz y Salcedo. En 1980, era urgente; 3 años después, innecesaria.

La saña con que la dictadura atacó a San Lorenzo resulta difícil de explicar. Tal vez influyó que en el Gasómetro de Avenida La Plata tuvo lugar una de las primeras apariciones públicas de las Madres de Plaza de Mayo.

El periodista Amílcar Romero, experto en la historia de la violencia en nuestro fútbol, agrega un elemento a tener en cuenta. Allá por 1976, Montoneros buscaba eventos populares, masivos, para desafiar ante miles de personas la persecución militar. Los partidos de fútbol eran un lugar perfecto a tal fin. Ante esto, los militares estaban especialmente atentos a la exhibición de banderas de Montoneros en los estadios. Romero relata que la hinchada de Huracán, en varios partidos, exhibió estandartes de la agrupación guerrillera, pero también afirma que los militares pensaban que la hinchada de San Lorenzo era una de las más infiltradas por Montoneros.

Sea por estas razones, o por otras desconocidas, el daño que la dictadura militar le causó a San Lorenzo de Almagro fue devastador.

El relato habitual sobre la dictadura y los clubes de fútbol suele tratar exclusivamente de los equipos especialmente favorecidos. River Plate y Vélez Sarsfield, que se beneficiaron con remodelaciones de sus estadios, son los ejemplos más evidentes. Hay otros casos menos conocidos, como Boca Juniors, que trataremos a continuación.

El 4 de setiembre 1979, el intendente Cacciatore sancionó y promulgó la Ordenanza Municipal Nº 35.176 (Boletín Municipal Nº 16.100) en la que admite que "el Club Atlético Boca Juniors ha caído en incumplimiento de lo establecido por la Ley Nº 16.575" (por la cual se le cedían los terrenos de la Ciudad Deportiva con cargo a que realizara una serie de obras, entre las que se incluía un nuevo estadio) y que el predio "... juntamente con las obras incompletas realizadas, han pasado ... al dominio de esta Municipalidad". ¿Extorsionó Cacciatore también a Boca? Nada de eso.

Cacciatore otorgó nuevos plazos y privilegios al CABJ: eliminó la obligatoriedad de la construcción del estadio y solo fijó la obligación de construir piletas de natación, pista de patinaje y canchas de tenis, básquet, voley y fútbol. Arbitrariamente, pues el Intendente no podía modificar una ley nacional, fijó como último plazo de cumplimiento el 31/12/82 y estableció que una vez terminadas las obras "... adaptáranse las medidas pertinentes para que se escrituren las tierras que forman la Ciudad Deportiva, transfiriendo el dominio a favor del Club Atlético Boca Juniors hasta un máximo de 59 hectáreas". Un detalle, no menor: originariamente la ley establecía que Boca recibiría 40 hectáreas.

O sea, Boca incumplió su obligación y Cacciatore le entregó 19 hectáreas adicionales.

Finalmente, el 15 de abril 1982, Cacciatore sancionó y promulgó la Ordenanza Municipal Nº 37.677 (Boletín Municipal Nº 16.757), en la que se da "... al Club Atlético Boca Juniors por cumplidas las obras a que se refiere la Ordenanza Nº 35.176, y en consecuencia por satisfecho el cargo impuesto por la donación" y por lo tanto se le otorga "... posesión legal de los terrenos que conforma la Ciudad Deportiva, con todo lo plantado en ellos, y procédese a otorgar la correspondiente escritura traslativa de dominio a su favor, dejándose constancia que dicho inmueble no podrá ser enajenado" (en 1989 el Congreso Nacional autorizaría a Boca a vender el terreno).

Boca jamás construyó nada de lo más importante previsto por la Ley Nacional; apenas cumplió con algunas ordenanzas (las ordenanzas no pueden modificar una norma superior, tal como una Ley). Sólo se construyeron una confitería y algunas canchas.

¿Eran dos personas distintas el intendente inflexible con San Lorenzo y el otro, el que iba adecuando las ordenanzas a los incumplimientos de Boca y además le cedía 19 hectáreas más? No, se trataba de la misma persona, el Brigadier Cacciatore.

Como decíamos, el relato habitual de la relación dictadura-clubes siempre habla sobre las instituciones beneficiadas (aunque como vimos, se trata de ocultar a algunos favorecidos), nunca sobre los clubes que resultaron perjudicados por el gobierno de facto.


ANTE ESTO DECIMOS: ES HORA DE COMPLETAR ESE RELATO Y, COMO SOCIEDAD, REALIZAR LAS COMPENSACIONES NECESARIAS PARA QUE LAS ABERRACIONES PERPETRADAS POR LA DICTADURA NO SIGAN VIGENTES.

NADA QUE PERDER...

En consonancia con nuestro último tributo musical "Los Pericos" y de la mano del tema que le da título a esta entrada, la participación de Sebastián "La Bruja, la cara me da para todo" Verón en distintas publicidades.
Va con cariño hacia el capitán pincharatas, que así lo recordamos.

Acá algunas: (iremos subiendo otras que recordemos y aparezcan)

Una de las más recientes.
La bruja baila y hace bailar:


El Primero de Yogures




Una que se vió poco, o recordamos poco porque no hay papelón... (je)




El título no lo pusimos nosotros, el culo tampoco.
Esta es Vieja vieja, pero suma para el recuerdo y tiene la participación del más rockero de los arqueros... Grande Mono



BonusTrack: Verón Vs Feinman (Eduardo, por las dudas)
Y otra vez más le damos la razón al Capitán platense, Feinman no hables por la gente y cuándo puedas no seas tan pero tan...




Esperamos que lo disfruten. Comenten y sugieran otros comerciales.
El Negro