Passarella está en campaña


Fue jugador de River y de la selección. El primer capitán argentino en levantar la Copa del Mundo. Luego entrenador y seleccionador. Ahora presidente. Pero sigue siendo el de siempre. De pibe, toreó a Pipo Rossi para que lo pusiera en el equipo. Más grande, hizo historia con la Argentina. En su primera etapa como DT, refundó River y se bancó el apriete de la barra a pura trompada. Nadie puede reprocharle falta de coraje. Pero no le digan impulsivo.

Daniel Passarella calcula cada uno de sus movimientos. Su irrupción en la reunión del comité ejecutivo de la AFA estuvo lejos de la emoción violenta. Fue una jugada preparada. Se ganó el masivo apoyo de los hinchas de River y de muchísimos aficionados que quieren a Julio Grondona fuera de la Asociación del Fútbol Argentino. Además, condicionó absolutamente todos los partidos que se jueguen por la permanencia de aquí en adelante. Marcó el territorio desde el viejo y vigente concepto del "peso en la AFA". Si River volviera a ser perjudicado por arbitrajes, no habría otro motivo que su decisión de confrontar con Grondona. Tenía argumentos para su planificada reacción. Ya había vetado la irregular designación de Patricio Loustau. No sólo por el subjetivo recuerdo del partido ante Godoy Cruz, sino por el objetivo hecho de que había dirigido a Boca la fecha pasada. Nominado cuarto árbitro, Carlos Maglio no fue considerado por su falta de experiencia en clásicos. Pero Loustau tampoco tenía roce en este tipo de duelos y lo eligieron igual. A pesar de su mala e influyente actuación, fue "respaldado" y estará en Vélez-Gimnasia. Esta situación retrata cómo funciona la AFA desde hace 32 años. Todo lo decide una sola persona. El resto aprueba y ejecuta. Fuera de Viamonte 1366, la jugada de Passarella es todo ganancia. Adentro, la música cambia. Puede escucharse alguna voz disidente como la de Fernando Raffaini, de Vélez. Pero la gran mayoría de los dirigentes apoya incondicionalmente a Don Julio y le hizo el vacío al presidente de River, que se cortó solo. Justo ayer, Grondona anunció la llegada de la Copa Argentina para enero de 2012. Un torneo con el formato de la Copa del Rey y la participación de más de 140 clubes de seis categorías, desde la primera -sólo no participará la D- hasta el Argentino B.

Passarella sabe cómo funciona el sistema de prebendas con el que Grondona somete a los clubes. Hace poco tiempo, él mismo fue a pedirle dinero para que River cumpliera con compromisos urgentes. Con documentos de AFA, que además le garantizó los primeros préstamos bancarios de su gestión, pagó parte del pase del paraguayo Román. Al aceptar esa práctica, queda expuesto en la siguiente contradicción: "Necesito que me prestes plata" / "Te tenés que ir". También sabe que su pedido de renuncia por un arbitraje perjudicial, habiendo tantas y profundas razones que él conoce muy bien, es testimonial, para la tribuna. Grondona está blindado. Maneja el Tribunal de Disciplina y el Colegio de Árbitros. Desde la caja, domina a los dirigentes con su perversa cadena de favores. Cubre las malas administraciones de los clubes y recibe lealtad eterna. Si el Tribunal de Cuentas funcionara correctamente, habría más de diez descensos por temporada. Sólo una intervención federal podría moverlo de su cargo. Pero si eso ocurriera, la FIFA desafiliaría inmediatamente al país por la intromisión estatal. Hoy AFA y Gobierno son socios en el Fútbol para Todos. No hay manera. Si quiere, puede quedarse de por vida. Entonces, ¿qué busca Passarella más allá de la estrategia de victimización? Posicionarse como el Platini o el Beckenbauer de la Argentina para el postGrondona. Comenzó su campaña. El mismo de siempre ahora quiere ser presidente de la AFA.

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